jueves, 23 de diciembre de 2010

Parvulito

Aunque entendí que no eras para siempre,
duele probar el sabor del veneno que despliega la muerte al sentirla tan fuertemente,
en un simple receso, abre sus maliciosas muñecas para apretar tus manitas tan pequeñas e inexactas.
Esta noche, Dios llora al ver la escena de tu final imprevisto,
y va quitándome el ánima lentamente,
hasta quedarme sin aliento.
Te vas, sin querer partir,
te vas, viéndome con esos ojos de miedo;
"No te vayas" "Quiero estar contigo"
pienso mientras unas lágrimas aparecen bañando mi rostro,
las luces de la habitación se apagaron para despedirse,
¡Lo sé! ¡Odias tanto las despedidas!
Algún día, o alguna noche te contaré todas las historias que se inventaron para tí, pero por ahora, sigue durmiendo, no es más que un sueño repentino.
Ambos tenemos ese cielo inmerso de esperanza,
aquel que miraremos en diferentes estaciones:
Tú desde arriba, y yo, desde mi ventana.

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